Sobre la importancia de las bancas

Cuando llegan a una ciudad donde no conocen a nadie, ¿qué es lo primero que hacen? Supongo que la mayoría visitamos los puntos turísticos porque es lo que tenemos presente sin necesidad de que alguien nos los recomiende. Después de unas semanas, cuando empezamos a conocer la ciudad y a reconocernos parte de ella, evitamos esos puntos y tratamos de explorar pequeños restaurantes, cafeterías escondidas, parquecitos.

Las últimas nueve semanas las pasé en Washington D.C., la capital Godín del mundo, trabajando. Después de visitar los monumentos y los Smithsonian, me dediqué a tratar de recorrer sus calles para “entender mejor” la ciudad. Es una ciudad muy fácil de caminar por sus banquetas anchas y distancias cortas, así que, en general disfrutaba mucho las caminatas. El problema no era caminar sino dónde parar. Cuando me encontraba una heladería, compraba un helado y me sentaba ahí. Cuando encontraba una cafetería hacía lo mismo. Una panadería, lo mismo. A los pocos días me di cuenta de que siempre necesitaba comprar algo para poder dejar de caminar y sentarme. Sin consumo, no había descanso.

Yo soy de Michoacán y en mi pueblo, como en muchos pueblos de México, ir a la plaza a sentarse en una banca es una de las principales actividades de descanso y ocio. Aunque suele haber muchas tiendas y puestos alrededor, el consumo no es obligatorio, puedes sentarte en una banca bajo la sombra de un árbol durante horas sin la presión de tener que comprar otro café. En D.C., en cambio, tenía que pagar por el permiso de sentarme: 4 dólares por un helado de lavanda con limón (es sorprendentemente popular, lo tienen en todos lados), 2 dólares por un café americano.

No sé de urbanismo pero me gusta dar a vuelta en la ciudad y el hecho de que no haya bancas me parece grave. No tengo evidencia para sostener esta teoría pero creo que la falta de bancas en D.C. tiene que ver con el rechazo a las personas en situación de calle. En diciembre de 2016, D.C. era la ciudad de Estados Unidos con el índice más alto de homelessness: 124 personas sin casa por cada 10,000 residentes. No era sorprendente entonces que en los parques, donde estaban las pocas bancas que había en la ciudad, siempre había personas durmiendo en ellas. Para evitar eso, algunas de esas bancas estaban diseñadas para que nadie se pudiera acostar en ellas. Diseño y arquitectura hostil, le llaman. Significa que la ciudad quiere ocultar que existen las personas pobres, las que no tienen a dónde ir. Ocultar que hay un problema (desigualdad, pobreza, homelessness), en lugar de ayudar a quien ese problema afecta.

A falta de bancas, banquetas, pensé. El problema es que tampoco te puedes sentar en las banquetas porque te pueden acusar de estar “merodeando,” lo cual es considerado un delito. Qué importante es tener bancas entonces. No sólo en D.C. sino en todas partes. Las bancas son un espacio público y gratis en el que cualquier persona puede descansar. Desde una banca eres visible y además ves a la ciudad. Una banca es importante para la vida en comunidad porque puedes disfrutar del paso del tiempo y convivir con otres, sin necesidad de gastar. También puedes sentarte sola a leer, a pensar, a ver pasar a la gente sin que nadie te corra porque es un espacio que compartes y que también haces tuyo.

Mi pueblo le gana a D.C. en varias cosas, incluyendo sus bancas. Ya quiero volver a sentarme en una sin hacer nada.

Foto: the42bus

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