Hace tres meses apliqué para irme de Monterrey a estudiar un semestre en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. El semestre propone inmersión total en comunidades indígenas para llevar a cabo un reto: trabajo de campo para encontrar soluciones alternas a problemas que no se ha podido solucionar.
Hoy escribo desde mi cuarto en una casa que comparto con más de 10 personas. Llevo casi una semana aquí y aún falta comenzar con las inmersiones en la comunidad, sin embargo he aprendido algunas cosas que me gustaría compartir:
- La empatía implica imponer nuestras experiencias en la experiencia ajena. No es sustentable validar la experiencia ajena sólo porque nos podría pasar a nosotres.
- A veces las necesidades que crees identificar en alguien más no son necesidades en lo absoluto para la otra persona, pregunta. Pregunta. Pregunta, siempre.
- Acercarnos a la otredad con el fin de apreciar lo que tenemos contribuye a la marginalización y a la opresión. Les otres no son una realidad alterna construida para asustarte o hacerte valorar. Les otres son una realidad entera, que existe por sí misma, les otres también son humanes.
- A veces la realidad duele, duele mucho. Que ese dolor no sea momentáneo. Que ese dolor sea un impulso para seguir haciendo.
- Por favor, no regateen. El trabajo de los artesanos es ardúo y suficientemente barato.
- Les agricultores de café se quedan con una porción muy mínima de dinero por parte de las high-end brands.
- Nadie es salvador de nadie. Todes trabajamos en conjunto.
- Contribuir nunca debe implicar imponer o colonizar. Encontremos maneras de trabajar las dos realidades y fomentar el conocimiento colectivo, sin valorar algo por encima de algo más.
Todo es muy distinto en el sur. Pude comprar mis verduras para una semana en el mercado a agricultores locales por 120 pesos mexicanos. Les niñes trabajan desde los cinco años. El 43% de la población en Chiapas es pobre. Le he dado de comer a les niñes de mis vasos y mis platos en los restaurantes. Tienen hambre. Cantan muy pequeñes en la calle, esperando propina. Tengo frío. Llueve.
Hablamos constantemente de la necesidad en el país. En el sur hay mucha más. No son mártires. No son ejemplos a seguir por el hecho de vivir en pobreza y aún así ser felices. En la vida ajena no podemos poner un aún así porque no es nuestra experiencia. ¿Cómo podemos ayudar a el otro desde nuestro privilegio sistémico? Humanizando. Visibilizando. Preguntando. Hablando. Tomando acción. Un paso a la vez. Es momento de vernos a los ojos y vernos como pares.
En lugar de idealizar la pobreza o tomar vidas ajenas como experimento social, utilicemos nuestro privilegio para aportar algo al crecimiento de todos. Para trabajar desde nuestros lugares para que otras personas tengan la oportunidad de estudiar, compartamos lo que sabemos, busquemos ONGs, hagámosnos la pregunta del millón: ¿cómo puedo aportar desde este oficio o profesión a que otras personas tengan la oportunidad de crecer?
Yo estoy intentando buscar la mía.