La arquitectura siempre ha tenido una connotación de poder. Históricamente, quienes han construido edificios y configurado ciudades han sido hombres. Desde que empecé a estudiar arquitectura, he escuchado de Le Corbusier y su aporte a la modernidad, de Mies va der Rohe y su minimal, de Luis Barragán y de cómo se le atribuye a su arquitectura una supuesta “identidad mexicana”.
Nunca escuché sobre la expresividad de Lina Bo Bardi y sus proyectos, o de Denise Scott Brown y sus publicaciones sobre la posmodernidad. En resumen, nunca escuché hablar de las mujeres en la arquitectura.
Hace un mes, leí una nota de El País con una entrevista a Eva Franch, quien daba a conocer un poco de su visión sobre la arquitectura y de cómo esta debería enseñarse en las escuelas. Esto es muy relevante porque Eva Franch dirige actualmente la Architectural Association en Londres, escuela de renombre internacional de donde han egresado notables arquitectxs como Zaha Hadid o Rem Koolhaas y donde, hasta ahora, una mujer nunca había sido directora.

Les tengo que confesar que, mientras más leía sobre ella, más grande se hacía mi sonrisa. ¡Una mujer arquitecta, dirigiendo una de las mejores escuelas de arquitectura del mundo, hablando de arquitectura, haciéndose escuchar! Le compartí la información a todxs mis amigxs y hablé de eso sin parar como por dos o tres días.
Me di cuenta de que sentí emoción porque me vi representada e identificada. Es importante visibilizar el trabajo de las mujeres en la arquitectura, pues como dijo mi amiga Silke “Si algo no se representa y no se habla de ello, es como si no existiera.»
En un contexto latinoamericano podemos hablar de Zaida Muxí, arquitecta y urbanista egresada de la Universidad de Buenos Aires, quien a través de los años se ha dedicado a investigar sobre el diseño con perspectiva de género. A través de su trabajo, nos recuerda la importancia del reconocimiento de las mujeres en la profesión: “Hay que reflejar que hace muchos años que hay mujeres ejerciendo arquitectura, haciendo cosas interesantes e importantes, y que si no las visibilizamos y somos conscientes de ello, siempre estaremos empezando. En los libros de historia las mujeres no están.”
Para aprovechar la oportunidad, quisiera compartirles tres de mis arquitectas favoritas en México:
Fernanda Canales, quien es autora de “Vivienda colectiva en México. El derecho a la arquitectura”, ha explorado la temática de la vivienda colectiva desde la investigación, hasta la proyección y construcción de edificios.

Tatiana Bilbao quien, desde lo multicultural y lo multidisciplinario, busca comprender la arquitectura para crear espacios humanizados.

Frida Escobedo, cuyos proyectos buscan la manera de hacer evidente el tiempo social: el uso y la ocupación, las apropiaciones espontáneas, y las relaciones entre los usuarios de un espacio común. También fue la primera mexicana en ser elegida para diseñar el Serpentine Pavilion de este año.

Aquí en Monterrey, cabe destacar el trabajo de Claudia Harari, de Harari Landscape, o Marcela González Veloz, de OFICIO Arquitectura, o Brenda Pérez y Ana Morodo de PEW Studio. Podría continuar la lista, pero lo importante es reflexionar que son mujeres que se han abierto paso en un mundo sistemático donde su género se considera una desventaja, y que, de no cuestionar, y empezar a hablar de ello , seguirá existiendo poca representación, esa que tanto necesitamos como estudiantes y profesionistas.
Es preciso que, poco a poco, las personas que participan haciendo arquitectura adquieran sensibilidad. Que la ciudad y los edificios sean incluyentes y accesibles para todxs, que esta inclusión sea interseccional, y que se piensen con perspectiva de género.
Featured image: Denise Scott Brown, fotografía por Robert Venturi.