El valor detrás de buscar ayuda

El tema de saber pedir ayuda es algo que he ido desarrollando de una manera consciente en los últimos meses, aunque así como en la de todos los demás, es algo que siempre ha estado presente en mi vida. Me ha tocado ir desenterrando y explorando conceptos y actitudes aprendidos en la infancia y con ayuda de mi psicóloga los hemos ido racionalizando para aplicarlos a mi vida actual. Aunque lo compartido aquí no es más que mi punto de vista construido a base de experiencias personales, espero que lo que he aprendido pueda serle de valor a alguien.

Es realmente difícil buscar ayuda por que en muchas ocasiones es difícil siquiera reconocer que la necesitas. Agarrar el teléfono para mandar un mensaje pidiendo ese favor que sabes que necesitas pero no encuentras el valor para pedir o incluso decidirte a buscar ayuda psicológica profesional y agendar una cita requiere una fuerza interna que no siempre se tiene. Me parece que existe una imagen pintada de lo que “deberíamos” de ser y lo que “deberíamos” de poder lograr que nos impone el mundo exterior y que trae consigo un sentido de fracaso al no cumplirla. En parte resultado de tantas historias de “éxito” de personas que han construido la vida ideal a base de esfuerzo arduo que vemos en los medios de comunicación tratando de “motivarnos” pero que fallan en mencionar que ninguna de esas personas llegó a donde está sin ayuda.

Todes necesitamos ayuda, y eso no nos hace menos. No nos hace menos dignos de nuestros éxitos, no nos hace menos fuertes, no nos hace menos capaces ni inteligentes, no nos hace menos personas; al contrario, buscar y saber recibir ayuda es parte fundamental de nuestra humanidad compartida.

En mi caso fue más sencillo encontrar el valor en otorgar ayuda primero para luego entender por qué estar del otro lado es también valioso y necesario. Es un reflejo de relaciones sanas de confianza mutua y cariño desinteresado.

Aceptamos pequeños favores como que te traigan algo de la tienda o que pasen un recado por ti todo el tiempo, son tan cotidianos que seguro ni los notamos, pero cuando se trata de cosas que requieren más esfuerzo se vuelve complicado articular una solicitud. Nos detenemos al querer buscar ayuda por que implica mostrarnos vulnerables, por que hacerlo es apuntar una luz justo en donde sentimos que carecemos y nos deja posicionades para el rechazo. Es totalmente entendible cómo estas situaciones quieran ser evitadas pero ignorar por completo una necesidad importante que se tenga no es tampoco la manera de saciarla.

Hace poco una chica llamada Claire Wineland subió a su canal de YouTube un video corto donde le pide a su audiencia donaciones para cubrir los costos de su transplante de pulmones. La historia de Claire la vengo siguiendo desde hace meses que me enteré de su caso por primera vez y desde entonces me he sentido paralelamente conmovida con su lucha, trayectoria y personalidad y descorazonada con el desarrollo de su estado de salud. En el video Claire articula de una manera muy honesta el proceso de decidirse a buscar ayuda, en este caso en el internet, a pesar de todo el esfuerzo emocional que le exigió hacerlo.

“Necesito ayuda, no puedo hacerlo sola”

“Tengo que (pedir ayuda), por que si no la busco y trato de hacer esto sin buscar ayuda, me va quitar todo lo que tengo”

— Claire Wineland, “I need your help” 

Claire estaba pidiendo un favor gigante, a personas desconocidas y aparentemente sin ofrecer nada a cambio, pero no del todo realmente. Estamos acostumbrados a un sistema de intercambio de bienes que por lo general implica dinero, objetos o servicio; no reconocemos con la misma facilidad el valor en el intercambio que va más allá de lo que tiene un precio. En este caso la oportunidad de apoyar a una persona que ha inspirado a muches y continúa haciéndolo para que tenga una mejor vida.

Una persona que está familiarizada con este tipo de intercambios es Amanda Palmer, música y artista. Ella tiene una larga lista de experiencias en torno a “favores” de desconocidos que varían en categoría y tamaño pero en su mayoría coinciden en que han provenido del deseo de generar conexiones humanas; todas estas experiencias implican cercanía. La naturaleza de la persona en algunos casos puede ser buscar distancia para “protegerse” pero es la proximidad la que construye vínculos emocionales significantes. Para generar confianza, dice Amanda, debemos aprender a darnos la cara y dar y recibir sin miedo, pero más importante, pedir sin vergüenza.

Puede sonar simple, “pedir ayuda”, pero existe un proceso cognitivo emocional detrás que tiene mucho valor. Con el tiempo entre más desiciones se tomen en favor a la salud más sencillo se vuelve seguir avanzando.

Todes merecemos ayuda.

 

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Ilustración de Bjenny Montero 

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